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A la deriva con los chiringuitos: Las Provincias renuncia a informar

Las Provincias es un periódico valenciano con una marcada línea editorial conservadora que pertenece al grupo Vocento (ABC, Punto Radio, El Correo,…). Nadie discute que los medios tienen sus líneas editoriales, como todas las personas, al fin y al cabo. Ahora bien, lo que resulta llamativo -y cuestionable desde el punto de vista de la ética periodística- es que Las Provincias se ha quedado de un tiempo para acá sin línea editorial.
En la actualidad se dedica a propagar información emitida por el Consell de Francisco Camps, el gobierno municipal de Valencia de Rita Barberá y cualquier otra institución gobernada por el PP. La simbiosis entre la información oficialista y la que aporta el periódico ha llegado hoy a su zénit -por el momento, claro- con el asunto los chiringuitos de Valencia; cuestión que según ellos “ha generado una de las mayores crisis sociales” en la ciudad.
Siendo breve: el Gobierno central quiere reducir el número de metros cuadrados que ocupan las terrazas de los chiringuitos -son restaurantes, en realidad- de la playa de la Malvarrosa de Valencia por mor de lo que dictamina la Ley de Costas. El máximo son 150 metros cuadrados y los hosteleros denuncian que no podrán atender toda la demanda: por la misma regla de tres cualquier restaurante podría ocupar el espacio que le diese la gana. Pero la Generalitat y el Ayuntamiento de Valencia denuncian una campaña del Gobierno de España contra el sector turístico y, claro está, contra toda su Comunidad, y han apoyado la convocatoria de una manifestación que se celebra hoy. Una protesta para la que el periódico Las Provincias no sólo ha hecho un llamamiento -sí, sin medias tintas, sin separar de ningún modo la información de la opinión- a la manifestación sino que ha elaborado expresamente para la ocasión camisetas, abanicos y viseras para repartir que llevan el lema “Yo sí que apoyo a los chiringuitos”.
De este modo, el diario ha renunciado a informar para convertirse en una mera correa de transmisión. Está ahí, es una opción y la han elegido. Pero quedarse sin línea editorial tiene muchos riesgos. Porque los rumbos políticos cambian con los vientos de la noche al día y, en ese contexto, el periódico corre el peligro de desorientarse y de quedar a la deriva.